
Mi historia
Desde siempre he sentido la necesidad de comprender el sentido de todo, fuera «visible o invisible» y así acabé estudiando Filosofía en la Universidad y flipando con la metafísica. Más tarde, aprendiendo sobre Budismo Zen entendí que sufrir no era más que ignorancia y que la opción de no sufrir está disponible para todos. Recientemente, de la mano de la Física Cuántica sentí hasta que punto es imprescindible aprender a manejar la energía al mismo tiempo que ampliamos nuestra sabiduría. Ver evidencias científicas en esta dirección marcó un antes y un después en mi cabeza.
En el 2020, con la pandemia, decidí dejar de escuchar noticias. Sentía que me afectaba demasiado ese “altavoz de sufrimiento” e intentaba poner mi mirada en el silencio interior, meditaba o simplemente conectaba con mi respiración y le pedía a “mi mejor versión” que me dijera qué hacer. Así llegó la reformulación de mi deseo para dirigirlo hacia el cambio interno y que hubiera mayor paz mental y calma interior a mi alrededor. Con este propósito añadí la formación de Coach Existencial a mis estudios de Filosofía mientras, por lo demás, mi vida continuaba aparentemente igual, trabajo, hijos, poca vida social pero mi mente me decía “a donde vas con eso que quieres entregar al mundo… ya si eso cuando te jubiles lo empiezas a compartir…”
Pero en Marzo de 2022 una de las mañanas que estaba meditando con la mano en el corazón noté un pequeño bultito en el pecho, lo dejé estar sin preocuparme pero al comentarlo un tiempo después de pasada un día en casa, me insistieron en ir al médico. Poco después le pusieron la etiqueta de “tumor maligno” y a mí el diagnóstico de “cáncer de mama”. Honestamente, nunca me identifiqué con ese diagnóstico y, consciente de la alarma social que genera la etiqueta, ni siquiera quise compartirlo más allá del círculo cercano. Pero las visitas diarias al área de oncología del Hospital Doce de Octubre me enfrentaban a la enfermedad cara a cara, más en los cuerpos de otras personas que en el mío propio y pensé que más que nunca se necesitaba aprender a reducir el sufrimiento y sostener la calma interior.
Durante los siguientes meses y mis vacaciones de verano, devoré todo tipo de libros, los libros perfectos para conectar todas las piezas anteriores y AzuLean Bienestar Elegido cogió forma. Por mencionar uno, diré que el de Anita Morjaani “Morir para ser yo” marcó también un punto de inflexión. De esta forma tomé consciencia de mi impermanencia y de que había estado asumiendo como verdad cosas que no lo eran, que llegaría a jubilarme, que lo haría en la misma empresa en la que trabajaba, que mi deseo de trabajar por un mundo interno más en paz seguiría vivo para entonces… y mi vida tal como la conocía cambió totalmente para hacer espacio a este proyecto personal donde la eficiencia sigue estando presente aunque el bienestar interno es quien tiene el protagonismo.
Sin adjetivos para tu artículo, está lleno de amor y fuerza gracias por compartir
Enhorabuena!! Eres un ejemplo a seguir. Gracias por introducirme en la búsqueda de mi esencia.
Transmites mucha paz.